Después de un cumpleaños algo aburrido

Después de un cumpleaños algo aburrido
Esa noche una de las chicas de la oficina cumplía años y me había invitado a ir a su casa. Helena también había sido invitada y me llamó para decirme que andaba muy caliente por la falta de atención por parte de Jorge, su esposo. Por eso había decidido asistir vestida como una buena perra; a ver si podía levantar algo entre los pendejos más jóvenes que seguramente asistirían a esa reunión de Gabriela.

Le respondí a mi amiga que yo estaba bastante bien cogida por mi adorado Víctor en esos días y, por lo tanto, iba a ir vestida para no llamar la atención…
Me decidí a usar jeans metidos dentro de botas largas. Estaba sexy de todas maneras, con mi culo ajustado por esa tela de jean, pero sabía que todas las miradas de los mocosos solteros o casados que hubiera en esa fiesta, recaerían sobre Helena…

Pasada la medianoche, me encontré bastante harta de esa reunión y con unas cuantas copas de más.
Gabriela era una muy buena chica, pero muy tímida; por eso su cumpleaños era realmente aburrido.

Helena por supuesto ya se había ido, después de elegir el pendejo más lindo y musculoso de la noche. Ella estaba espléndida, mostrando sus dotes de perra en celo; enfundada en un vestido ajustado que le marcaba sus perfectas curvas y unos tacos altos que realzaban sus interminables piernas. Todos los hombres la habían mirado con ganas de querer cogerla delante de todo el mundo; pero solamente ese chico afortunado fue quien se la llevó del lugar.

Yo había dejado el auto de Víctor en casa. Sabía que tenía ganas de pasar una noche con algo de alcohol y por eso decidí no manejar al regreso. Alguien lo haría por mí…

Efectivamente, mientras me despedía de mis compañeras de oficina, un galante joven que había estado conversando conmigo ya también se retiraba. Se ofreció para llevarme, aunque no aclaró adónde…
Apenas arrancamos en su auto, este buen muchacho me ofreció a ir a tomar algo. Le dije que estaba bastante cansada y algo mareada por el exceso de alcohol. Tenía ganas de coger; pero esa noche estaba algo indecisa; aunque ese tipo era un buen candidato: buen mozo, treintañero, separado y sin compromisos…

Llegamos a la puerta de mi edificio. Antes de bajar le agradecí el favor e intenté saludarlo con un beso de mejilla; pero el chico me corrió la cara y me dio un lindo pico; que terminó siendo un tremendo beso de lengua; ya que yo respondí con todas mis ganas.

Metió su mano entre mis muslos y le dije que en la puerta de mi casa, no. Y tampoco adentro, aunque estaba sola.
Le propuse que fuéramos a otro lugar…

Arrancó y enseguida siguió acariciando mis muslos enfundados en esa tela de jean. Me arrepentí de no haber llevado una falda.
Yo también me dediqué a lo mismo, deslizando mis dedos por su pantalón. Finalmente llegamos a un telo en la Panamericana…

Ni bien entramos a la habitación, me abrazó y me comió la boca otra vez. El pibe besaba muy bien; al punto que sentí una cierta humedad en mi concha, mientras su lengua se entrelazaba con la mía.

Le desabroché los pantalones y los deslicé por sus muslos; hasta encontrar ese merecido premio: una linda verga ya endurecida…

Me agaché y comencé a acariciarla; luego la besé, recorriéndola con mi lengua y finalmente la metí entera dentro de mi boca.
Nos sacamos la ropa y nos deslizamos sobre la cama. Le seguí chupando la pija, hasta que él me dio la vuelta para hacer un sesenta y nueve. Lamió expertamente mi clítoris y zambulló sus dedos en la humedad de mi vagina hambrienta; me azotó la cola con sus manos y me llamó “puta”.

Le dije que realmente lo era y que me encantaba la manera en que me estaba comiendo la concha. Arremetió entusiasmado con sus dedos y pronto me hizo acabar, mientras mis gemidos y aullidos llenaban la habitación.

Entonces él se sentó al borde de la cama y me ordenó que yo me sentara encima de su íja dura. No perdí tiempo en empalarme a fondo y enseguida comencé a cabalgar sobre esa hermosa verga. Mientras cogíamos así, uno de sus dedos traviesos se coló en mi estrecha entrada trasera y agregó un poco más de placer a mi calentura desbocada…

De repente nos miramos a los ojos y acabamos los dos juntos. Sentí su semen ardiente llenándome la concha. Nos acostamos de lado y él siguió acariciando suavemente mi cuerpo desnudo.

Un rato después, su verga se había recuperado totalmente; gracias a las caricias de mis dedos. Otra vez zambullí mi boca sobre esa linda pija y se la chupé por un buen rato.
Mientras, él había insistido en meter sus dedos dentro de mi estrecho ano; lubricándolo además con su saliva. De repente me pidió que me pusiera en cuatro.

Se ubicó a mis espaldas, sujetó mis caderas y pronto sentí que la punta de su linda pija pugnaba por entrar en mi culo. Yo lo dejé hacer y él siguió empujando más.

De pronto me tomó por los cabellos y llevó mi cabeza hacia atrás, al encuentro de su cara. Me susurró al oído que me iba a romper el culo como nunca nadie lo había hecho. Le sonreí, diciéndole que su pija no me dolía dentro de mi cola.

Me devolvió la sonrisa y comenzó a sodomizarme con brutalidad, bombeándome el culo casi con bronca, rabiosamente, con furia…

Yo comencé a gritar y jadear; su verga me estaba volviendo loca de placer. Y él me decía al oído que yo era muy, muy puta…

Unos minutos después me hizo acabar y ya no pude evitar aullar como una mujer poseída. Caí hacia adelante; pero él cayó sobre mi espalda y siguió metiendo y sacando su pija de mi culo.
Por fin gruñó y gritó al acabar. Después la sacó triunfante y me obligó a lamerla hasta dejársela bien limpia…

Mientras recuperábamos la respiración, me confesó que jamás había pensado que yo me dejaría coger esa misma noche…

Le dije que él lo había hecho muy bien. Me había dejado el culo un poco dolorido con tantos golpes de pija; pero estaba satisfecha.

Al dejarme otra vez en la puerta de mi casa, me pidió mi número de teléfono. Garabateé en un papel el número de Helena…
Sabía que mi buena amiga iba a disfrutarlo tanto como yo…

Bir yanıt yazın

E-posta adresiniz yayınlanmayacak. Gerekli alanlar * ile işaretlenmişlerdir