Algo duro en mi espalda

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Algo duro en mi espalda
Algo duro en mi espalda

Esa mañana de domingo desperté sintiendo la verga bien empalmada de mi adorado Víctor contra mi trasero, como todas las mañanas, pero esta vez la sentí por completo al haber pasado la noche completamente desnuda.
Los rayos del sol apenas se filtraban entre las rendijas de la ventana y la habitación estaba casi en penumbras. Intenté incorporarme, pero mi cabeza comenzó a dar vueltas; típica resaca después de haber tenido una noche anterior muy disipada…

Recordé entonces entre nubes de mareo que habíamos celebrado con Víctor nuestro tercer aniversario de casados y para ello nos habíamos alejado de la ciudad y alquilado una habitación en un bonito hotel, en medio de la nada…

Volví a apoyar la cabeza en la almohada sin abrir mis ojos; era domingo y no había ningún apuro por regresar a la ciudad.
Sonreí al percibir que la habitación aún olía a champagne, el mismo que anoche había vertido mi esposo sobre mi cuerpo desnudo tras colocar una venda en mis ojos. Luego estuvo lamiéndome durante un buen rato y además él mismo mojó su verga endurecida también con champagne, para que yo pudiera chupársela a gusto.

Pero había algo más que no podía recordar… La resaca me estaba matando.

Un rato después volví a despertarme y esta vez la gruesa verga estaba empujando contra mis labios vaginales. Sin moverme demasiado separé un poco mis nalgas, abriéndolas con mis manos y permití que el glande de Víctor se deslizara entre ellas, rozando casi mi ahora humedecida abertura vaginal. Eso me hizo temblar de placer.

Abrí mi boca para suspirar, sintiendo que mi concha comenzaba a humedecerse.
Volví a suspirar, abriendo un poco más mis nalgas, deslicé mi culo hacia atrás, colocando ese hermoso glande justo entre mis labios vaginales bien humedecidos.

Eché mi culo más para atrás y comencé a sentir que su poderosa verga se iba deslizando dentro de mi concha. Terminé empujando más contra él, hasta sentir que su verga me había penetrado completamente. Sentía una gran dilatación; hasta me parecía que la cabeza de su pija estaba inusualmente mucho más grande…

Comencé a moverme muy despacio y a jadear de placer, sintiendo su verga entrando y saliendo de mi cuerpo. La apreté con mis músculos vaginales y sentí que ahora mi esposo se había despertado, ya que él comenzaba a bombearme con ganas, aferrando mis caderas para guiar su pija dentro de mi agradecida concha…
Yo continuaba abriendo mis labios para gemir; los ojos bien cerrados como si todavía la venda estuviera sobre ellos.

Después de unos pocos minutos alcancé un orgasmo muy intenso, mientras sentía la dureza de su verga rozando por completo las paredes de mi vagina, dándome una tremenda fricción y haciéndome acabar como una verdadera perra en celo…

Todo mi cuerpo temblaba, sintiendo que ese orgasmo había sido uno de los mejores de mi vida. Mientras sentía a Víctor todavía entrando y saliendo de mi concha.

Unos instantes después, sentí que la verga de mi esposo por fin se hinchaba un poco mientras comenzaba a descargar su semen caliente en el fondo de mi vagina.
Sentí otra oleada de placer cuando su verga ya un poco fláccida se retiraba despacio.

Noté como se levantaba de la cama y se encerraba en el baño. Me pareció algo raro, ya que Víctor acostumbra a abrazarme después de acabar dentro de mi cuerpo…

Pude oír el agua de la ducha correr y entonces abrí mis ojos, para descubrir una sorpresa increíble: Víctor estaba acostado frente a mí, en esa enorme cama de hotel.
Me sonreía, mientras yo seguía estando acostada de lado, sintiendo cómo de mi concha continuaban saliendo restos de semen que resbalaban por el interior de mis muslos, empapando las sábanas…

Cerré mis ojos otra vez y volví a abrirlos, pensando que estaba viendo visiones o todavía estaba soñando una mala pesadilla. Pero todo era real; estaba viendo a mi marido acostado frente a mí, sonriéndome…

También él estaba desnudo, con su verga tiesa y empalmada a punto de estallar.
Yo no entendía absolutamente nada; acababa de tener sexo con otro hombre y delante de él!!… Y para colmo, yo misma me había hecho penetrar por esa pija!!!.

Entonces comencé a darle vueltas a lo de la noche anterior, cuando Víctor me había comido la boca después de lamer mi cuerpo bañado en champagne y no sentir ese sabor en sus labios.
Eso significaba, que quien había lamido cada poro de mi piel, mi cuello, mis tetas, mi vientre, hasta mi concha… había sido el mismo que ahora se estaba duchando…

Miré fijamente a Víctor directamente a los ojos, pero se adelantó para decirme, como si me hubiera leído el pensamiento, que solamente él me había estado cogiendo la noche anterior mientras yo estaba con mis ojos vendados.
El otro hombre solamente había lamido todo mi cuerpo, terminando en una chupada de concha como nunca había sentido; me había hecho estallar en un intenso orgasmo. Pero no me había penetrado…
Pero también me dijo que lo de la mañana, había sido cosa mía; aunque no me sonó a recriminación…

Me dijo que ése había sido su regalo de aniversario: un verdadero juguete sexual de carne y hueso en lugar del mismo consolador color negro que usábamos siempre…

Cuando mi juguete sexual salió del baño, quedé encandilada con esa visión: era un chico que apenas rozaba los veinte años, unas espaldas bien anchas, un cuerpo musculoso y una atractiva sonrisa. Llevaba una toalla en su cintura, debajo de la cual podía ver una tremenda erección de esa verga enorme que acababa de cogerme…

Pero Víctor no me dejó disfrutar mucho tiempo de semejante visión. Enseguida me empujó de espaldas y me abrió los muslos con sus manos, mientras su verga erecta buscaba entrar entre mis humedecidos labios vaginales…

Cerré por un momento mis ojos y me entregué al placer que me daba Víctor con su poderosa verga empalada en mi concha. Gemí al sentir sus labios en mi cuello.
Acabé como una perra en ese preciso momento, mientras sentía la pija de mi esposo a punto de estallar dentro de mí, lo que sucedió unos instantes después.

Apenas se salió de mi cuerpo, Víctor se acostó boca arriba a mi lado y me hizo cabalgar sobre su verga erecta. Pero antes de comenzar a moverme sobre su cuerpo, volvió a vendarme los ojos.

Cabalgué la pija de mi adorado esposo como si se me fuese la vida en ello durante unos minutos, a ciegas, sintiendo el calor que subía desde mi concha hasta el resto de mi cuerpo. De repente noté otro movimiento y las poderosas manos de mi juguete sexual me tomaron por las caderas.

Intenté quitarme la venda pero Víctor me lo impidió y en ese mismo momento sentí la poderosa verga del chico apoyándose sobre mi entrada trasera. Un par de segundos después pasaba a través de mi esfínter y se enterraba hasta el fondo de mi ano…

Comencé a gemir como una perra con las dos pijas empaladas en mis orificios; los tres empezamos a movernos al mismo ritmo, mientras mi esposo me acariciaba las tetas por delante y el chico me tiraba de los cabellos, haciendo que mi cabeza fuera hacia atrás.

Unos minutos después Víctor se derramó dentro de mi concha, provocándome un orgasmo intenso, mientras el chico detrás incrementaba su ritmo entrando y saliendo de mi culo. Finalmente acabó él también y al sentir su semen caliente inundándome, otro orgasmo estalló en mi concha todavía llena con la verga de mi esposo.
Tras desmontar la pija de Víctor me tumbé boca abajo y quedé desmayada de placer, sintiendo el semen que desbordaba de mi cuerpo y manchaba las sábanas…

Desperté al cabo de unas horas, ya pasado el mediodía. Víctor estaba acostado a mi lado, acariciando mi cola. Levanté la cabeza y busqué a mi juguete sexual, pero ya se había ido…

Sonreí, pensando que todo había sido un sueño, me estiré como una gata y entonces le pregunté a Víctor cuánto tiempo faltaba para nuestro próximo aniversario…

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