Anita con los ojos vendados

Anita con los ojos vendados
Una noche de primavera, Ana y yo recibimos una invitación para asistir a una fiesta privada. Nos dijeron que era de alto nivel y además de alto contenido sexual; así que no lo dudamos ni por un instante.

La ciudad se hallaba a un par de horas de viaje desde nuestra casa.
Al llegar nos instalamos en un pequeño hotel donde habíamos hecho reservaciones para un par de días.
Anita se bañó y se preparó para la fiesta. Se había comprado ropa muy sugerente. Me confesó que se encontraba volando de calentura y esperaba mucho de esta fiesta…
Cuando la vi vestida, me dieron ganas de cogerla; pero ella me rechazó, diciendo que quería reservar sus ganas para la fiesta…

La mansión donde se desarrollaría la fiesta era un lugar espectacular.
Nos recibieron muy bien y nos dieron un recorrido.
Tenía ocho habitaciones privadas, varios salones comunes; otros privados y baños con hidromasaje.

En una de las salas comunes habían varias parejas cogiendo entre sí; todos estaban desparramados sobre la alfombra, varios sillones y hasta una enorme mesa de algarrobo. Algunas de las mujeres exploraban a gusto su bisexualidad, lamiendo tetas, bocas y conchas con sus lenguas, lo cual era algo bastante excitante para ver…

Ana y yo continuamos el recorrido y abrimos una puerta donde una luz tenue dejaba ver una cama bastante grande, pero lo que vimos dejó a mi esposa con los ojos bien abiertos. Enseguida pude ver que Ana llevaba su mano a la entrepierna, como si se hubiese sentido repentinamente excitada por lo que veía allí en esa habitación…

Cuatro hombres estaban cogiendo a una sola mujer. Le hacían chupar sus vergas, le daban por delante y por el culo, mientras ella aullaba y gritaba, entre el placer y el dolor. Era una escena realmente muy caliente…

Cuando quise retirarme, Ana me retuvo tomándome una mano. La llevó a su entrepierna, levantando su falda. Mis dedos entonces sintieron la humedad que traspasaba su pequeña tanga de seda negra.
Mi mujer estaba muy caliente y no podía quitar la vista de esa mujer que gozaba mientras cuatro tipos usaban y abusaban de su cuerpo…
Uno de los hombres se dio cuenta del estado febril de Anita y extendió su mano, invitándola a acercarse a la cama, donde esa mujer desconocida estaba siendo intensamente cogida.

Mi esposa pareció dudar, pero enseguida salió de ese estado de hipnosis y aferró mi mano, susurrándome que saliéramos de allí…
Cerramos la puerta y continuamos el recorrido; pero yo estaba seguro de que Anita había quedado fascinada con lo que había presenciado allí…

Después de recorrer toda la mansión, nos quedamos en una sala donde había muy poca luz, pero bastante gente de ambos sexos.
Nos acercamos a una barra para pedir unos tragos y nos pusimos a conversar con otra pareja que practicaba el intercambio.

Ellos nos explicaron un poco cómo era todo y muy pronto la charla giró a un matiz puramente sexual.
A pesar de la poca luz pude ver que el flaco ya había empezado a acariciar el culo de Anita, pero ella se dejaba hacer y cada vez más…
Después una de sus manos desapareció bajo la falda de mi caliente mujercita y entonces supuse que le había corrido la tanga y sus dedos ya estarían hundidos dentro de esa concha empapada…

Estuvimos un rato conversando hasta que Ana preguntó dónde estaba el baño. El flaco se ofreció a indicárselo y ambos se levantaron de sus asientos. Mi esposa me miró con cara de excitación y se fue detrás de él.

Me quedé sentado junto a la esposa, que tenía una esbelta figura, muy buenas tetas, pero por sobre todo unos gruesos labios rojos, que me imaginaba alrededor de mi verga dura, dándole una chupada espectacular.

Después de diez minutos le pregunté si el baño quedaba muy lejos por la tardanza de mi esposa, pero ella se rió, diciendo que, seguramente, ellos no habían ido al baño… Al mismo tiempo comenzó a sobarme la pija, mientras yo me puse a comerle la boca. Los dos empezamos a meternos mano y pronto tomé a esa sensual mujer por la nuca y la obligué a que acercara sus labios a mi verga erecta, diciéndole que quería ver esa hermosa boca en acción…
Ella miró hacia arriba, me guiñó un ojo y se dedicó a darme una tremenda chupada de pija que me volvió totalmente loco.

Mientras a mi me daban esa chupada de pija infernal; a mi mujercita la habían metido a uno de los baños con hidromasaje y le estaban comiendo las tetas, la concha y el culo. El flaco la tuvo así por un buen rato, calentándola al máximo. La hizo acabar un par de veces y, cuando finalmente se la quiso coger, ella lo dejó muy caliente, diciéndole que prefería regresar conmigo…

Cuando volvió, me encontró apretando a esa esposa contra la pared, mientras le lamia el cuello y le tironeaba de los cabellos, cogiéndola a empujones violentos desde atrás…
Verme así la excitó muchísimo y se estuvo tocando la concha sin parar durante un buen rato. Como vio que yo seguía ocupado en esa concha ajena, Ana nos dejó sin interrumpirnos y siguió recorriendo el lugar…

Después ella misma me contó que, en un pasillo poco iluminado, una mujer la arrinconó y se puso a comerle la boca, mientras le hundía sus dedos en esa ya bien humedecida y dilatada vagina…
Ana me confesó que esa mujer la dejó absolutamente caliente y le hizo tener un intenso orgasmo mientras se besaban desenfrenadamente.

Después subió al primer piso y se cruzó con el hombre que le había hecho señas para que se quedara en esa habitación que tanto le había calentado.
Se acercó a ella y la abrazó, comiéndole la boca mientras la franeleaba por todos los rincones de su cuerpo.
Anita me dijo después que se estaba humedeciendo más de lo que se podía imaginar y que, cuando quiso reaccionar, el tipo la sujetó con firmeza y la arrastró hasta esa misma habitación…

Adentro estaban los otros tres hombres vistiéndose; pero cuando vieron entrar a su amigo llevando en andas a ni delicada esposa, comenzaron a desnudarse otra vez.

Ana alcanzó a ver a la mujer anterior desmayada sobre la cama, desnuda boca abajo; con su esbelto cuerpo cubierto de sudor y semen.

A ella comenzaron a pasársela entre los cuatro hombres desnudos, que le metían mano por todo el cuerpo. Finalmente le vendaron los ojos y le arrancaron la falda y la tanga, dejándola desnuda de la cintura para abajo…
Luego le hicieron abrir las piernas estando de pie y comenzó a sentir manos recorriendo su cuerpo, una boca que le comía la concha y una lengua que le lamía el culo. Le pellizcaban los pezones bien erectos a través de la tela de su blusa. Pronto la lengua en su culo se convirtió en dedos, que se adentraban cada vez más en su estrecho ano…

De repente el que le chupaba la concha se levantó y la hizo arrodillar frente a él, ordenándole que le chupara la pija. Otras manos la obligaron a ponerse en cuatro sobre la alfombra y enseguida un dolor punzante le indicó que le estaban abriendo el culo con una poronga bien gruesa y dura.

Los cuatro hombres se turnaron para sodomizarla brutalmente, mientras ella les iba lamiendo y chupando la pija a uno por uno…

Por mi parte, apenas terminé de cogerme a esa otra perra sensual fui a buscar a Anita. No podía encontrarla en ningún lugar y mientras más abría puertas, más pensaba que se la estarían cogiendo entra varios.
Y no me equivocaba. Finalmente encontré dos tipos entrando desnudos a una habitación. Era la misma donde Ana se había excitado tanto.
Entré y, en plena penumbra, vi a seis tipos cogiéndose salvajemente a una mujer rubia, que estaba en cuatro sobre una cama.
Ella tenía los ojos vendados y gritaba aullando como una perra, mientras le rompían el culo…
Entonces reconocí esos gemidos de puta insatisfecha. Era mi esposa…

Se me puso la verga dura mientras la veía gozar, gemir de placer y gritar de dolor, mientras esos seis tipos se turnaban para cogerle todos sus delicados orificios.
Uno por uno esos hombres fueron descargando su leche en el escultural cuerpo de mi mujercita, mientras ella no dejaba de gritar en éxtasis…
Pude reconocer al menos ocho orgasmos mientras la cogían a lo bruto.

Después de que todos tuvieron la oportunidad de acabar en el culo, la concha y la boca de Anita, los tipos fueron vistiéndose y salieron de la habitación; dejando a mi delicada mujercita tirada en la cama, todavía con los ojos vendados y su cuerpo cubierto de sudor y semen.

Cuando quedamos a solas, no pude resistirme y me abalancé sobre ella, para hacerle el culo yo también. Se lo habían dejado muy abierto entre todos y mi verga entraba sin ninguna resistencia.

Cuando sentí que estaba por acabar, le arranqué la venda de los ojos, la puse boca arriba y le hice abrir la boca, para que se tragara toda mi descarga de leche…

Le dije que se había comportado como una verdadera puta, dejándose coger por todos esos hombres. Anita me miró a los ojos mientras saboreaba mi semen entre sus labios; sonrió débilmente y me dijo que me amaba, pero que le había encantado entregarse a esos desconocidos…

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