En el departamento de un soltero

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En el departamento de un soltero
Ana se antojó con comida oriental esa noche; así que, para dejarla satisfecha, no me quedó más remedio que llevarla a un elegante y sobrio restaurant chino de Palermo Viejo.

Ella se vistió bastante atrevida; con una pollera bastante corta, una blusa blanca y unos interminables tacos que realzaban sus larga piernas enfundadas en nylon negro transparente. Al verla así vestida tan sexy antes de salir de casa, quise cogerla; pero ella se rio a carcajadas, diciéndome que eso sería más tarde, para el postre…

Apenas terminamos la cena, se acercaron a avisarme que debía mover mi auto mal estacionado. Salí a la calle y, un rato después, al regresar, encontré que un tipo estaba sentado tranquilamente en mi lugar, conversando con mi mujercita…

Verla a ella estirándose como una gata mientras hablaba con ese tipo me calentó mucho y decidí ir al baño para darle un poco más de tiempo.
Al regresar, Ana nos presentó y yo lo invité al tipo para que compartiera nuestra mesa y unos tragos…

Un rato después nos sugirió si queríamos acompañarlo a su casa, ya que vivía cerca de allí. Ana aceptó encantada; se notaba que estaba caliente.

Al llegar a su departamento, el tipo nos hizo pasar, puso música suave y atenuó las luces. Yo pedí pasar al baño y, al volver, los encontré sentados en el mismo sofá, muy juntos…

El flaco la estaba acariciando mal… tenía una de sus manos por debajo de la pollera de Ana, que conversaba con él y se dejaba hacer…
Decidí darles a ambos un poco de tiempo más y entonces me excusé diciendo que regresaba al baño a chequear mis mensajes en el celular.

Desde la puerta entreabierta podía ver todo sin que ellos lo notaran.
Apenas entré al baño, comencé a oír algunos suaves gemidos de Ana.

Me asomé y los encontré matándose a besos de lengua. El tipo tenía la verga fuera de sus pantalones y mi esposa se la acariciaba con una mano. Los dedos de él seguían bajo la pollera de Ana, provocándole esos felinos gemidos y suspiros…

Entonces vi que ahora Anita había separado un poco las piernas y el flaco ya le estaba metiendo mano a fondo, dándole duro con sus dedos.
Mi mujer se retorcía y no dejaba de comerle la boca.

De repente él le tomó la cabeza por la nuca y le ordenó que se la chupara. Ana sin dudar se inclinó, dejando que la mano de él la guiara hasta encontrar su verga bien erecta. Comenzó a tragársela con desesperación, mientras él gemía con los ojos cerrados, sin dejar de sostener la cabeza de mi esposa bien firme por la nuca…

Un par de minutos después se levantó a medias y arrastró a Ana hasta el suelo, haciéndola ubicar sobre sus manos y rodillas. Le levantó la falda ajustada hasta la cintura y le arrancó la tanga a tirones. Entonces se lanzó desde atrás contra el trasero de ella, para lamerle la concha y la cola.

Ana comenzó a gemir mucho, señal de que su concha estaba siendo muy bien tratada a lengüetazos.

Decidí salir del baño y acercarme a ellos, para no perderme detalle.
El tipo presintió mi presencia. Sacó su cara del culo de Ana y me dijo que me sentara y observara sin acercarme, sin interrumpirlos tampoco.

Hice lo que me ordenaba y él volvió a atacar el culo de mi esposa.
Entonces se inclinó sobre Ana y le dijo que la iba a coger como a una puta.

Ella suspiró de placer al escuchar eso y puso su trasero para arriba, esperando el embate. El tipo se calzó a las apuradas un forro y, de repente, se la mandó a fondo, haciendo que mi delicada mujercita aullara de dolor.

Comenzó a embestirla con golpes de cadera muy violentos; mientras Ana no podía dejar de aullar, gritar y gemir cada vez más. Gritaba como loca, diciéndole que le gustaba que la cogiera así, bien duro y pidiéndole que la maltratara todavía un poco más, con más brutalidad…

Ella enseguida acabó, aullando como una verdadera perra y entonces el flaco se la sacó y se sentó en el sofá, haciendo que Ana lo cabalgara.
El tipo hizo que ella se moviera empalada en su verga y le ordenó que le pidiera leche. Entonces mi mujercita comenzó a llorar y a rogar por leche…

La hizo desmontar y la puso de rodillas en el suelo, jalándole los cabellos enrulados. Ana gimió, estando casi al borde de un segundo orgasmo, pero abrió la boca para recibir esa verga que él le ofrecía, ahora libre del forro.

El flaco comenzó a gruñir mientras se pajeaba sobre la boca abierta de Ana; hasta que de repente tensó la espalda y se vació entre los labios rojos de ella; que se tragó todo ese semen sin respirar siquiera…

Ana no parecía satisfecha, ya que había quedado justo con un segundo orgasmo sin culminar; así que ella siguió lamiendo esa pija bastante dura, hasta hacerla reaccionar otra vez.
El tipo entonces volvió a poner a mi mujercita en cuatro patas sobre la alfombra. Enseguida se abalanzó sobre ella y pude ver que intentaba metérsela por el culo.
Ella no decía nada, esperando el ataque con sus ojos cerrados y la boca entreabierta. Pero yo le advertí al tipo que no la sodomizara…

Riéndose a carcajadas, el hijo de puta me miró fijamente mientras sostenía las caderas de Ana y apuntaba la gruesa punta de su verga al estrecho orificio anal de mi mujercita…

Fue traspasando el esfínter muy despacio, haciendo que el ano de mi esposa se adaptara al tremendo grosor de esa verga. Ana jadeó al sentir la presión dentro de su culo; pero enseguida comenzó a suspirar de placer…

El flaco la sodomizó con ganas, mientras ella suspiraba suavemente y alcanzaba otro orgasmo antes de que él la empujara hacia adelante y se saliera de su ahora bien dilatado trasero.
Nuevamente lo vi sacarse el forro y llenarle la boca a Ana con otra nueva carga de semen caliente.

Cuando nos acompañó hasta la calle, se despidieron con un tremendo beso de lengua. Me imaginé que iban a volver a encontrase, pero mi mujercita me juró que ese tipo había sido solamente debut y despedida.

Pero yo no le creí ni una sola palabra…

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