Mi prima Elena (Secuela de “Vacaciones”)

Mi prima Elena (Secuela de “Vacaciones”)
Las vacaciones siguieron su curso después de haber debutado con mi tía Adriana. No me dejaba cogerla todas las noches, pero los viernes siempre arreglaba algo para que pudiéramos hacer el amor sin que nos interrumpieran mis hermanas y mi prima.

Una tarde después de la playa la tía Adriana salió con mis dos hermanas para hacer unas compras y yo me quedé con Elena en la casa. Mientras ella se duchaba en el piso de arriba yo estaba tirado en un sillón pensando en la última noche de viernes.

“Diego” dijo Elenita sorprendiéndome. Yo en seguida quise tapar mi erección, que por suerte estaba bajo mi traje de baño y no a la intemperie. Elenita me miró y se mataba de risa. “¿Qué querés?” le dije. ella estaba envuelta en un toallón y llevaba otra toalla en la cabeza estilo turbante. Tenía esas piernas largas, iguales a las de la madre, preciosas.

“Negro, ya que las chicas no están, me pasás un poco de crema hidratante por la espalda, que estoy toda flechada? Siempre la engancho a Ceci, pero salieron.

Sí, ya me di cuenta que salieron, y nos quedamos solos, prima semidesnuda, pensé. “Me voy a empastar todas las manos, dejate de joder” le dije para que me insistiera. Como yo soy bastante negro, nunca necesité de esas porquerías de las cremas, bronceadores y bloqueadores solares.

“Dale, no seas boludo, pendejo. Después te lavás las manos con ese jabón de mierda que usas vos y listo. Vení, vamos arriba.” y salió corriendo por la escalera dejando ver que debajo de la toalla tenía una bombachita cola less muuuy chiquita. Dicho y hecho, me insistió, y ahora le estaba haciendo un doble favor.

Subí la escalera un rato después, para disimular mi fastidio, y ahí estaba sobre la cama, boca abajo, vestida solamente con una tanguita blanca de algodón, que se le perdía en la raya del culo. Tenía la espalda toda colorada por el sol. “Uy, Elenita, estás recontra flechada. Parecés un camarón”.

“Ja ja, qué boludo. Tomá la crema, y pasamela suavecito que no sabés cómo me arde esto”. La pobre tenía flor de quemadura. “Espero que no te salgan ampollas, gorda” le dije mientras empezaba a tirarle chorritos de crema por los hombros y de ahí para abajo. El contacto con la crema fría la hacía estremecer, como se estremecía su madre cuando me la cogía. Esto empezaba a gustarme mucho.

“Suavecitooooo” me regañó. “Te la paso lo más suavecito que puedo, tomatito”. Le puse mucha crema sobe los hombros, la zona más quemada, y después fui bajando hasta llegar a la zona peligrosa del borde de la bombachita. Peligrosa porque la cola la tenía como dos tomates. Esta se había tirado a tomar sol boca abajo con las primas, que son negras como yo, sin darse cuenta que se iba a flechar. Blanca de frente, rosa de atrás, era un Palito de la Selva.

Antes de pensar en lo que había de la cintura para abajo le empecé a pasar crema por los costados del torso, llegando a tocarle el borde de las tetas con las punta de los dedos. Me quedé ahí un poquito más de lo necesario y noté que no se m*****ó para nada. Así que tomé coraje y sin decir palabra ni pedir permiso le tiré un chorro de crema en cada cachete de la cola y la empecé a desparramar.

Le estaba masajeando el orto a mi prima. Ahí recordé ese dicho que sonaba en la escuela: “El que se coje a la hermana es un hijo de puta, pero el que no se coje a la prima es un boludo”. Ya habíamos jugado al doctor cuando éramos chicos, pero en ese entonces éramos chiquitos inocentes. Ahora estábamos los dos con las hormonas a full. Yo con la ventaja que una vez a la semana me podía descargar en forma cogiéndome a mi tía, es decir a su mamá.

El asunto es que me dice: “Qué flor de quemadura me mandé. Pasame un poco más”. “¿Donde, nena?” “Ahí, en el culo. Para colmo hoy me puse la cola less nueva y se me quemó más el medio del culo”.

“Con razón te pusiste esta tanguita microscópica, para que no te toque las partes quemadas” le dije haciéndole notar que estaba ante mí prácticamente desnuda. “Era eso o no ponerme nada. Cuando termines me la saco y me pongo una solera y nada más.”

Mis dedos y mis manos estaban hurgando la raya del culo de mi prima. Ese culo era un enchastre de crema, y mis manos se metían cada vez más cerca de mi objetivo. Tocarle la conchita. Como Elena no decía nada empecé a mandar mano, tocándole directamente la bombacha sobre su rajita. Se estremeció, y largó un “Mmmmmmmmmmmmm”, y dandose vuelta me mostró sus tetas blancas desnudas y me dijo “Me enchastraste la bombachita, me la voy a tener que cambiar”, y ahí, delante de mí se quedó desnuda”, “Parecés un Palito de la Selva. Blanca por delante y rosa por detrás” dije sin pensar, pero ella, que estaba atenta a todo me largó un “La tenés parada, Dieguito, te calenté?”.

La muy trola me mandó la última provocación. Me bajé el short y le dije “Ahora vos encremame ésta”. Me sacó el pomo de la mano y me dijo “Tengo una mejor idea”, y se arrodilló a chuparme la verga. ¡¡¡La madre y la hija!!! “Espero que tu vieja y mis hermanas se demoren lo más posible” le dije. Y ante la factibilidad que llegaran en cualquier momento, la agarré de la cintura y la acosté sobre la cama. “Aaaay, de espaldas no que me arde, acostate vos y dejame a mí arriba”.

“Y vos qué sabés de esto, nena? Ya dejaste de ser virgen?”. “No” me respondó, “pero estuve viendo todo el viernes a la noche cuando dejaron la puerta entreabierta”.

“Por favor no se te vaya a ocurrir contarle a nadie. No les habrás contado a Ceci y Lauri?” le dije. “No, quedate tranquilo. Y además tampoco le vamos a contar a nadie esto que vamos a hacer”.

“Qué loco. Tu vieja me desvirgó hace dos semanas y ahora yo te voy a desvirgar a vos. Vení dame un beso.” Nos besamos, y sentí por primera vez sus tetitas blancas desnudas sobre mi pecho negro. ¡Qué linda era mi primita Elena a esa edad! “Bueno, primita, espero que estés lista”, y guiándola para que no fuera una experiencia traumática para ella la ayudé a sentarse sobre mi pija, que se ponía cada vez más dura. Tal como había leído en un libro que circulaba entre los compañeros, llegué al himen, y le dije que a lo mejor le iba a doler un poquito. “Ya sé, nene, no te preocupes tanto, que con la calentura que tengo lo único que quiero es gozar”. Y despacito desvirgué a mi primita adorada.

Realmente de tal palo tal astilla. Salió a la madre Elenita, una pantera salvaje en la cama. Un palito de la selva ninfómano. Mi escasa experencia ayudó bastante a que pese a su nula experiencia previa su primera vez fuera muy placentera. Su primer orgasmo (después me confesó que ya había tenido orgasmos masturbándose) durante un acto sexual. Sentirla estremecer hasta el punto de olvidarse cómo le ardía la espalda. Acabé yo también adentro de ella y sobresaltado le dije “Uy, no usamos forro, mirá si te quedás embarazada. Andá a lavarte con el bidet”. Pero ella me tranquilizó, me dijo que la tía Adriana la llevó a la ginecóloga para que le diera unos anticonceptivos para que no le agarre la regla durante las vacaciones.

La besé un rato largo. Y le dije: “Te quiero mucho, Elenita, los dos nos queremos mucho. Como primos. Recordemos esto como algo muy lindo. Pero me parece que no se debería volver a repetir”.

“Estoy de acuerdo, pero te agregaría que no se debería volver a repetir después que se terminen estas vacaciones. Todavía quedan dos semanas y les quiero sacar el jugo. Cuando volvamos a Buenos Aires volvemos a ser primos adorados. Mientras estemos acá, amantes salvajes”.

“OK prima. Y te felicito, además que estás buenísima me encantó cómo cogiste, tu conchita estrecha, tus movimientos, estuviste bárbara. Gracias por ponerte al sol este mediodía para encontrar la excusa perfecta.”

“Ah, te diste cuenta que todo fue una estrategia para cazarte. Gracias a vos, Diegui, mi negrazo, me encantó cogerte, sentirte adentro mío. La verdad que nunca pensé que ibas a tener semejante pija.” Y dándome otro beso me mandó para abajo porque en cualquier momento llegaban mi otra amente y mis hermanas.

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