Probando un trava

Probando un trava
Esa noche me sentía muy caliente; Víctor estaba de viaje y yo necesitaba desfogarme un poco, pero quería experimentar algo nuevo.
Decidí mirar un poco de porno en mi computadora y hacerme una buena paja, para no tener que vestirme, maquillarme y salir de levante.

El primer video que apareció en la pantalla era sobre travestis. Me sorprendió uno en especial, que realmente parecía una mujer perfecta… hasta que se quitaba la diminuta tanga y aparecía una serpiente gigantesca entre sus piernas.
Me mojé mirando ese video; sin siquiera tocarme y entonces decidí que esa noche iba a probar acostarme con alguien así; un travesti…

Mi amiga Helena siempre me había dicho dónde encontrar alguno, en una esquina de Palermo Viejo. Ella había experimentado con más de uno y me había dicho que no se arrepentía para nada y que yo tampoco lo haría cuando tuviera la oportunidad.

Finalmente me bañé, repasé mi pubis depilado, me vestí sexy y me maquillé discretamente. Me subí al auto y terminé tomando un café sentada en un bar de esa esquina que me había recomendado Helena.

Tuve que rechazar los embates de varios gavilanes que se tiraron en picada al verme sola. Esa noche yo quería verga, pero quien me la metiera debía estar vestida, peinada y maquillada como una mujer…
Al bar entraron varias travestis, algunas acompañadas y otras solas.

Una de ellas se sentó cerca de mi mesa y comenzó a mirarme de reojo, con mucho disimulo. Finalmente nuestras miradas se encontraron y yo le hice un gesto para que se acercara a compartir mi mesa…

Era una linda morocha, bastante esbelta, con unas piernas matadoras. Me imaginé el tamaño de pija que tendría dentro de su tanga y eso me hizo humedecer un poco.
Le expliqué lo que quería hacer esa noche y ella (o él) sonrió; diciéndome que no tenía problema en complacer a una mujer sensual como yo.
Su departamento quedaba cerca; así que me ofreció ir hasta allí. Entramos y me abrazó desde atrás, besándome suavemente la nuca y acariciándome las tetas.
Me preguntó qué me gustaba y le respondí que era mi primera vez con una chica así; por lo tanto, la dejaría a ella que hiciera conmigo lo que quisiera.

Tamara, que así se hacía llamar esta “chica”, me acarició la cola mientras me besaba. Me condujo a su habitación y me quitó toda la ropa, hasta dejarme vestida solamente con mis zapatos de taco.
Luego se inclinó a lamer mis tetas, en especial mis pezones erectos, mientras sus dedos acariciaban mis labios vaginales.
De repente sus labios abandonaron mis tetas y pronto sentí su lengua entrando en mi vagina humedecida.

Me hizo acostar boca arriba en la cama y ella se desnudó también.
Apareció su tremenda toronja; grande, llena de venas y bastante dura.
Tamara se acomodó sobre mi cuerpo, proponiéndome un sesenta y nueve.

Sentí sus dedos en mi culo y su lengua en mi vagina. Yo hice lo mismo con mis dedos y me prendí de su verga erecta, comenzando a lamerla y a comérmela con todas las ganas. Ella comenzó a gemir y lo mismo hice yo.

Su habilidosa lengua pronto me provocó un intenso orgasmo. Hacía mucho tiempo que nadie me chupaba la concha tan, pero tan bien…

Después de eso no aguanté más y le pedí que me cogiera.
Tamara entonces me dio vuelta en la cama y yo sola me puse en cuatro.
Ella comenzó a ponerse un forro, pero le dije que quería sentir su semen dentro de mi cuerpo.
Comenzó a besarme la espalda y la nuca, mientras me acariciaba las tetas desde atrás. Pronto sentí que apoyaba la punta de su gruesa verga entre mis labios vaginales y comenzaba a empujar.

Me la enterró entera, toda de una, bien a fondo. Varias veces, cada vez más profundo. La sacaba y la metía, mientras me aferraba por las caderas.
De repente me la sacó entera y entró por mi cola, haciéndome aullar de dolor, ya que mi ano estaba bastante estrecho.

Comenzó a darme por los dos orificios, gozando de oírme aullar cada vez que me la metía por el culo. De pronto me dio un par de cachetadas en mis nalgas y se salió de mi castigado y ahora no tan estrecho culo.
Entonces sentí que me pegaba con una especie de fusta corta, en mis cachetes enrojecidos, provocándome un agudo dolor.

Le pedí que se detuviera porque eso me dolía, sin provocarme placer.
Pero Tamara me ordenó que me callara y disfrutara de sus golpes…

Pronto dejó de castigarme así; volvió a sodomizarme por un buen rato y finalmente me la sacó, haciéndome caer hacia adelante en la cama.

Sin darme tiempo a nada, me dio vuelta boca arriba y me besó, hasta quitarme el aire. En ese momento tuve un orgasmo brutal.
Tamara sonrió al sentirme acabar temblando y clavó sus dedos en mi concha, sacándolos manchados con mis flujos.

Me mostró unas esposas y me amarró las muñecas con ellas a los barrales de la cama. Me puso en cuatro otra vez y volvió a metérmela por el culo.
Me hizo chillar de dolor por un buen rato y por fin sentí su semen hirviente llenando mi ano. Eso me hizo acabar otra vez…

Volvió a darme latigazos con la fusta, mientras yo me retorcía sintiéndome totalmente indefensa, o lo que era peor, sintiéndome entregada a ella….

Acercó su verga todavía dura a mi boca y me obligó a lamerla. Lo hice con cara de desesperación, demostrándole a Tamara mi absoluta sumisión.
Pronto acabó en mi boca y me dio varias bofetadas mientras me ordenaba tragarme toda su leche.

Todavía esposada a los barrales, metió sus dedos en mi vagina y los movió a su gusto, haciéndome una tremenda paja que me dejó loca. Sacó sus dedos de mi concha y los lamió, mientras me miraba a los ojos.

Finalmente me quitó las esposas, me aferró por los cabellos y levantó mi cabeza, pegándome un par de sonoras cachetadas en mi cara, mientras me preguntaba si me había gustado lo que me había hecho.

Le respondí que me había quedado loca con sus habilidades oral y manual… y que su verga era la mejor que me había cogido en mucho tiempo.
Tamara sonrió satisfecha y me lamió la concha, succionando su propio semen del interior de mi cuerpo.
Tuve otro orgasmo bien intenso mientras ella me hacía eso.
Me dijo que ahora era su turno. Me colocó un arnés con una tremenda verga de silicona y me ordenó que yo la cogiera a ella.
Se acomodó sacando la cola para arriba y entonces yo le apoyé la punta en su entrada trasera.
Empujé y se la metí entera, sintiendo cómo su cuerpo temblaba y se debatía, jadeando y diciéndome que no me detuviera. Comencé a bombearle el culo, mientras con una mano lo pajeaba, sintiendo la rugosidad de su verga entre mis dedos.

Lo cogí por un buen rato, hasta que me dijo que se la sacara y abriera mi boca. Entonces me apoyó su endurecida verga entre mis labios y acabó sacudiéndose, llenándome la boca con su leche caliente…

Me la tragué toda, relamiéndome con gusto.
Tamara sonrió ante mi docilidad; me sentó en el borde de la cama y se arrodillo entre mis muslos abiertos. Me pegó una chupada de concha como nunca y me pidió que acabara para ella. Su habilidad con la lengua pronto fue recompensada y en pocos minutos le regalé lo que me pedía: mis flujos llenando su cara y en especial su sedienta boca…

La verga de Tamara se había endurecido otra vez, así que se recostó sobre mi cuerpo y me penetró por última vez, hasta que sentí una nueva descarga de semen dentro de mi concha.

Luego de acabar yo también, me vestí y Tamara me acompañó hasta la puerta. Me despidió con un suave beso y prometí que volvería por más…

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